Los Asesinos de la Luna (Killers of the Flower Moon), de Martin Scorsese

Que Estados Unidos se forjó sobre la sangre de quienes habitaban sus tierras es algo ya conocido. Los clásicos relatos de indios y vaqueros que ayudaban a engrandecer la leyenda de la conquista del Oeste no eran sino un ensalzamiento a los colonos recién llegados que soñaban con hacerse con la riqueza de la tierra. Como bien dicen en “El Hombre que mató a Liberty Valance”, si debes elegir entre la leyenda y la verdad elige la leyenda. Pues con la Historia ha pasado lo mismo, se han idealizado civilizaciones y personas que no eran tan heroicos cómo los pintaban. Cito la obra del maestro John Ford porque fue uno de los directores de películas que más explotaron esa lucha entre blancos y pieles rojas, algunas de ellas con el tono propagandístico de la época en que se realizaron, aunque con obras en su haber que también criticaron el racismo predominante en dichas producciones (“El Sargento Negro”). En los 70, con la explosión del Nuevo Hollywood existieron voces que trataron de denunciar el expolio del pueblo nativo americano, como por ejemplo “Soldado Azul” de Ralph Nelson o “Pequeño Gran Hombre” de Arthur Penn, además del famoso episodio en los Oscar en que Marlon Brando mandó a una activista de los derechos del pueblo indio para recoger su premio y, de paso, denunciar el daño causado hacia el mismo. Ya con los años se ha ido haciendo un poco de autocrítica aplicando el tan consabido y actual revisionismo histórico, demostrando en este aspecto que los nativos americanos ni eran más sanguinarios ni más crueles que los invasores que buscaban arrebatarles sus tierras. En estas, el periodista David Grann, autor de “Z, la Ciudad Pérdida”, realizó una trabajo de investigación sobre los crímenes acontecidos sobre el pueblo Osage en Oklahoma a principios del S. XX. Tras sufrir dos expulsiones de sus tierras, la tribu se encontró en la árida y desértica Oklahoma sin más esperanza que la de intentar vivir en paz. Un golpe de suerte quiso convertirlos en la tribu más rica del país gracias al petroleo que encontraron y que los convirtió en la diana de aquellos que pensaban que habían sido bendecidos injustamente y no eran dignos de dicha fortuna. Comenzaron entonces una serie de asesinatos que buscaban robarles todo privilegio sobre las tierras y que pasaran a manos de los blancos que habían conseguido adentrarse dentro de las familias por medio del matrimonio. Todo esto es narrado por Grann mediante un estilo objetivo en que narra, además, la creación del FBI y cómo fueron desenmascarándose los artífices del sangriento complot.

En un primer momento, Scorsese y el guionista Eric Roth plantearon la película desde el punto de vista del FBI, con el agente Tom White como protagonista y guía de la historia. Se eligió a DiCaprio para dar vida a White, mientras Jesse Plemons sería Ernst Burkhart, sobrino del mandamás del pueblo que tiene buenos contactos con los Osage y al que daría vida Robert De Niro en lo que significaría el reencuentro en pantalla de los dos actores fetiche del director, por primera vez en la gran pantalla bajo su mando (“The Audition” fue un cortometraje publicitario). Pero las cosas cambiaron cuando DiCaprio leyó el guion y sugirió que la historia debería centrarse en el drama del personaje de Mollie, la Osage a la que matan a su familia, y su marido Ernst, a quien el actor eligió interpretar en lugar de al policía. Así, modificaron el punto de vista y se centraron en el pueblo Osage con la investigación como algo secundario. Para levantar el proyecto que el director consideraba su primer western, entró Apple para financiar los casi 200 millones de dólares que dicen haber costado. Y no sólo eso, al igual que la previa “El Irlandés”, la cinta sobrepasaría las tres horas de duración, convirtiéndose en la segunda cinta más larga del director tras la epopeya gangsteril.

Empezaré hablando de la película diciendo que creo que la excesiva duración en este caso ha jugado en contra del resultado final. Si bien la primera y última hora poseen solidez e interés, no me parece igual de equilibrada toda la parte central en que se narran los crímenes y se incide repetitivamente en el matrimonio entre Mollie y Ernst. Las escenas me resultan alargadas sin necesidad, subrayando en demasía algo que ya había quedado claro momentos antes bien mediante la habitual voz en off usada por el director o porque ya se había mostrado. Es cierto que Scorsese sabe usar el tono contemplativo para remarcar las ideas que quiere lanzar como ya demostró en “Silencio”, pero mientras en aquella la densidad resultaba acorde al tema y conflictos de los personajes, en “Los Asesinos de la Luna” me llego a sentir como el personaje de DiCaprio cuando lo obligan a mantenerse en pie durante el interrogatorio.
También me parece un error haber prescindido casi por completo de la trama del FBI, tanto su creación como la historia de Tom White. Seguramente sea cierto como declara Scorsese que haber tomado ese camino habría sido caer en algo ya manido en el cine, pero no hubiese dejado de resultar interesante en sus manos y las de Roth observar esa lucha del detective por hacer lo correcto dentro de una comunidad tan corrupta y sucia como el departamento para el que trabaja.

A pesar de los peros que pueda encontrar en la obra, tengo que decir que sólo en el cine se puede disfrutar por completo de la experiencia que ofrece el director. Si bien su elevado presupuesto no parece justificado, tengo que reconocer que durante los 206 minutos estuve sin apartar los ojos de la pantalla. Scorsese logra atrapar con su drama y demostrar una vez más la maldad impulsada por la avaricia que invade al ser humano. Y lo hace recordando a sus clásicas películas de criminales, en especial no es difícil ver similitudes con “Goodfellas” ya sea mediante el personaje de DiCaprio en relación al de Liotta o el tramo final con juicio incluido. El buen pulso del director se nota en esas primeras descripciones en que describe la historia de los Osage y la presentación de los personajes protagonistas. La fotografía de Rodrigo Prieto otorga ese toque magnético y sobrecogedor que hace sentir estar viendo algo especial, a lo que ayuda también la música del desaparecido Robbie Robertson, que mezcla toques de blues y rock que ayuden a entrar en la atmósfera.
Un aspecto que creo que está logrado aunque cueste a la hora de visualizar la cinta es el tono elegido. Acorde al estilo literario de Grann, el director y el guionista deciden no inmiscuirse emocionalmente en la historia, sino narrar todo lo objetivamente posible los hechos. Así, los asesinatos resultas secos y directos, lejos del estilo virtuoso de Scorsese en otras ocasiones, mientras la historia entre Ernst y Mollie posee una frialdad que puede llegar a repeler pero que ayuda a otorgar esa pesadez de veracidad histórica donde el romanticismo no tiene cabida.
Tengo la sensación a medida que escribo esta reseña de que es injusto valorar la cinta con un solo visionado. Siento que hay tantas capas en las que hurgar y tantos detalles que valorar que cualquier cosa negativa que diga seguro puede desaparecer en posteriores visitas que, de tener tiempo, me gustaría hacer. En ese aspecto, creo que el ascenso y decadencia de los Osage es muy interesante y está muy bien descrito, con las palabras de apertura que los advierten de que nunca se mezclen con el hombre blanco, pues ahí estará su ruina. Y cuánta razón. Los Osage fueron embaucados por el estilo de vida de aquellos que los llamaban amigos mientras planeaban su muerte.

El nombre de Scorsese ya es carta suficiente para acercarse a la sala, pero si con él se trae de nuevo a DiCaprio y De Niro juntos hablamos de otro acontecimiento cinematográfico. El joven que ya le plantó cara y lo impresionó en “Vida de este chico” vuelve a medirse ante el que fue considerado (y para mi sigue siendo) el mejor actor del mundo. Se nota que dicha reunión es especial incluso para el director, que los deja hacer y lucirse mediante escenas que no poseen alarde visual alguno, sino sencillos planos-contraplanos. En la mayoría de los casos, el duelo interpretativo es de órdago, por ejemplo en la primera reunión en casa de De Niro, en la sala de los Masones (brillante) o en la escena de la cárcel (sobrecogedora). Lo que pasa es que por primera vez DiCaprio me resulta excesivo, remarcando la simpleza y tosquedad de su personaje con los labios apretados y el ceño fruncido. Su personaje es un ingenuo cegado por el dinero y gobernado por los hilos de los poderosos, incapaz de alzar la voz salvo cuando siente que ha perdido todo. Por su parte, De Niro si que me ha convencido con una nueva encarnación del mal en su trayectoria. William Hale es un lobo con piel de cordero que alardea de la bondad que no tiene y al que el actor, en mi opinión, borda elevando toda escena en que aparece (inolvidable en la boda cuando se acerca a la familia de Molly). Sobre ellos flota la actriz Lily Gladstone dando vida a Mollie, la mirada sufridora y moral de la historia, la que hace ver al espectador el sufrimiento de un pueblo que fue enmudeciendo hasta desaparecer. Su mirada compasiva y triste representa el honor de quienes enmudecieron, ademas de protagonizar la secuencia más brillante y enternecedora como es el cortejo dentro de la casa y la contemplación de la tormenta en silencio. Jesse Plemons da vida al agente Tom White con menos minutos de los que el actor se merece, pues está estupendo. También me gustó mucho el papel de Anna, la hermana de Molly, interpretada por Cara Jade Myers. Las presencias de John Lithgow y Brendan Fraser resultan cameos extensos pues solo participan en el último bloque.

El objetivo de denunciar el trato injusto hacia las tribus nativas se subraya con un epílogo chocante que representa la grabación de un programa radiofónico y en el que el cameo final no deja lugar a dudas de dichas intenciones por parte de Scorsese.

“Los Asesino de la Luna” es una de las películas de 2023. A pesar de su extensa duración ha logrado el difícil objetivo de arrastrar a la gente a las salas para ver una historia necesaria con una notables interpretaciones por parte de Gladstone, De Niro y, personalmente en menor medida, DiCaprio. Aunque mis primeras impresiones la sitúan lejos de las mejores obras de Scorsese no descarto que con el tiempo y algún visionado posterior pueda cambiar de opinión.

2 comentarios en “Los Asesinos de la Luna (Killers of the Flower Moon), de Martin Scorsese

  1. Le vi justo antes de acabar el año y entró directa en mi lista de las mejores películas del 2023.

    Coincido bastante contigo. La duración le pese bastante, si Scorsese hubiera hecho la película en los 80 ó 90 no hubiera pasado de las dos horas y media. Y creo que el punto de vista que toma la historia (el personaje de DiCaprio) no es la más acertada, si se hubiera centrado en la del agente del FBI, y como éste en su investigación va descubriendo el mundo de los Osage y los terribles asesinatos que sufren, la historia habría ganado en ritmo. Pero entiendo el posicionamiento que adopta Scorsese para darles más protagonismo a los personajes indios.

    También creo que el actor que más me gusta de la película es De Niro, hacía años que no veía una interpretación tan buena del protagonista de Taxi Driver. DiCaprio creo que está estupendo, pero su papel es atípico en su carrera, entiendo porque quiso interpretar al amoral y patán Ernest Burkhart. Pero me quedo con la sutileza y contención de De Niro.

    Muy buena reseña para acabar el año.

    ¡Te deseo un muy feliz 2024!

    1 abrazo.

    • Pues si Rodi, la duración va en su contra y creo que hubiese sido más interesante el que se hubiesen centrado más en la investigación del FBI. Aún así tiene momentos de gran cine y posee dos enormes interpretaciones por parte de Gladstone y De Niro (en parte me alegró que a DiCaprio no lo hayan nominado en los Oscars, me resulta algo forzado).

      Gracias por comentar!!

      Un abrazo y Feliz Año!! 😉

Deja un comentario