La Edad de la Inocencia (The Age of Innocence), de Martin Scorsese

age_of_innocenceLa novela de 1920 galardonada con el premio Pulitzer que escribiera Edith Warthon sobre la sociedad neoyorkina de finales del XIX, y que ya fue llevada a la pantalla en 1934, tenía todas las papeletas para haber sido dirigida por uno de esos expertos en la materia, como James Ivory por ejemplo. Y es que en ella encontramos un retrato de la clase alta a finales del XIX en que abundan las celebraciones y una triangulo amoroso en que el protagonista masculino se encuentra atrapado entre dos mujeres, su prometida, la dulce May, y la prima de esta, la Condesa Olenska, que ha vuelto de Italia tras separarse de su marido. Sin embargo el director que se encargó de la dirección y adaptación de la misma no fue otro que Martin Scorsese, el cual seguiría sorprendiendo tras su remake de “El Cabo del Miedo”.

Al contrario de lo que parece, “La Edad de la Inocencia” no es la típica historia de amor imposible entre dos personajes debido al compromiso de uno de ellos, sino el cruel retrato de la alta sociedad neoyorquina de finales del XIX, donde la hipocresía hace gala en cada reunión social que se presenta. El trío protagonista refleja muy bien la ideología de la época, representando cada uno de ellos un rasgo de la sociedad que los rodea.
Newland Archer es un joven abogado descendiente de una ilustre dinastía. Como la mayoría de sus contemporáneos e iguales Archer esconde tras su imagen de hombre distinguido un pensamiento critico hacia las normas establecidas que nunca saca a ala luz, guardándoselo para él. La llegada de la Condesa Olenska justo en el momento en que se da a conocer su compromiso con May lo pondrá en una situación incomoda, en que sus sentimientos se verán enfrentados y tendrá que decidir si seguir las normas y casarse con May o romperlas declarando el amor que siente por la recién llegada, con la que intentará por todos los medios tener una aventura. La tortura que invade a Archer lo lleva incluso a tener pensamientos maléficos (observemos ese momento frente a May en que su mirada transmite ideas poco benévolas), pero finalmente acaba siendo lo que todos los hombres de su época, un hipócrita más.
La Condesa Olenska acaba de regresar de Italia, donde ha abandonado a su esposo, el Conde Olenski. Esta acción hace que la mujer encuentre justo lo contrario de lo que esperaba, enemigos. Y es que la separación conyugal no estaba bien vista en esa época, ni menos en el Nueva York de finales del XIX, marcada aún por las costumbres inglesas, con lo que Olenska se convierte en diana de todos los chismorreos entre las damas y caballeros. La señora intentará hacer oídos sordos y vivir según sus principios, que no son otros que ser una mujer libre, lo cual llegara a serlo por completo si consigue la nulidad matrimonial. Así pues Olenska representa alguien diferente, que tiene bien claro qué quiere y lo dice sin ningún reparo, es un reflejo de lo que será la mujer moderna. Desgraciadamente vencerá la sociedad y Olenska solamente podrá estar con Archer como amante, cosa que no permitirá de ninguna manera aunque su corazón se contraponga a ello. Finalmente decide rendirse y acatar las normas regresando a Italia junto a su esposo.
May es la joven prometida de Archer. Cándida e inocente, ignora las malas artes conversacionales que esconden los festejos sociales. O eso parece. Tras su imagen de niña buena descubrimos una mente tan manipuladora como la de todas las señoras de alta cuna. Una vez se case con Archer sacará a relucir su inteligencia oculta impidiendo que su marido se marche al revelarle una noticia que lo atará a ella para siempre, formando un matrimonio formalmente perfecto.

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Cuando pensamos en Scorsese siempre nos viene a la cabeza la palabra mafia, con lo cual “La Edad de la Inocencia” ha recibido siempre dentro de su filmografía el calificativo de “rara” al enmarcarla como un drama romántico más. Pero no es así. Cambiemos las pistolas por cartas, las balas por rumores infundados en contra de otra persona, la sangre por la perdida del status social y corazones rotos, las reuniones ocultas por bailes o los grandes jefes mafiosos por mujeronas que aconsejan cómo se debe hacer las cosas y tendremos un film que habla de la mafia tanto como “uno de los nuestros”. Porque no nos engañemos, este es un film puramente scorsesiano tanto en su temática como en su forma.

El director implanta su sello en cada secuencia por medio de largos travellings que nos sitúan en escena y nos describen el mundo en que viven los protagonistas. Ya la primera secuencia dentro de la Opera nos indica que no estamos ante un film de época convencional. La mirada chismosa de uno de los acompañantes de Archer en el palco busca con sus anteojos una victima entre el público, que sirva de tema en futuras conversaciones, y el director nos muestra esto a través del contraplano subjetivo en que encadena rápidamente las imágenes del público en el patio de butacas. De ahí pasamos al palco de enfrente, donde Archer llega, y nos encontramos con otra secuencia maravillosa, como es la presentación de la Condesa Olenska. Si hay un primer plano para remarcar es la aparición de Michelle Pfeiffer, volviéndose hacia Archer, (y hacia nosotros) ofreciéndole su mano que el joven saludo muy cortésmente sin besársela, coronado con ese elegante movimiento de cámara que acompaña a su brazo que nos indica qué echaba de menos durante tantos años (a la gente que contempla la obra).
Una delicia de puesta en escena y genio en que Scorsese hace gala de sus travellings magistrales que sirven para mostrarnos cómo la sociedad preparaba la entrada a sus bailes, obligando a todo el mundo a pasar por todas las habitaciones de la casa para contemplar su merecido estatus. Otra secuencia para remarcar por su sencillez, elegancia, efectismo, y que describe la obsesión de Archer, a la vez que su deseo de vivir una historia de amor con Olenska, es la escena en la casita a la que la Condesa se ha marchado unos días. Archer mira a través de la ventana mientras la Condesa, a sus espaldas, se levanta y va hacia él hasta abrazarlo. Parece que su ilusión se va a hacer realidad, pero no, descubrimos que Archer sigue estando solo frente a la ventana y Olenska sentada a sus espaldas. Y así sucesivamente el director nos narra otra historia ambientada en su amada Nueva York con pulso firme y mano maestra. Tan solo podríamos achacarle algunas escenas caprichosas en que se excede en su gusto por la exquisitez y en el tiempo que duran, pero no consiguen empañar el conjunto.

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Hay que destacar el recurso estilístico de centrarse en un personaje, o varios, a través de oscurecer la escena dejándolos a ellos iluminados, enmarcados por un circulo. Esto sucede cuando Archer va a comprar flores por primera vez a Olenska, pero cuando resulta realmente interesante es cuando ambos personajes se encuentran en la Opera, sentado en el palco junto a otros miembros. Escuchamos el sonido de la gente y de la música, pero de repente todo alrededor de ellos se oscurece tenuemente para que solo escuchemos lo que se dicen, es la conversación de dos amantes a escondidas.

Scorsese vuelve a utilizar la voz en off, y no lo hace adrede. Es la voz de quien ha vivido en esa sociedad y nos explica cómo se mueven los hilos, la voz que nos explica lo que sienten los personajes, una voz propia del cine de Scorsese que no solo acompaña a la imagen sino que la complementa. Que escuchemos más de una vez cómo se distribuían los cubiertos por la mesa o cómo era la cubertería no es para que nos quedemos con el tipo de tenedor que ponen sino para resaltar la importancia que se le daba a la apariencia a la hora de celebrar un festejo.
El color tiene mucha importancia. La mayoría de encadenados que suceden a lo largo del film son a través de colores, a veces en relación a las flores que aparecen en el film. Pero también en el vestuario tiene suma importancia, en especial para describir a Olenska. Mientras todas las damas van ataviadas con sus mejores galas, dentro de la corrección, la Condesa aparece siempre con vestidos que llaman más la atención gracias a los colores que utiliza. Así pues la tenemos al principio en la Opera con un elegante vestido azul, o cuando llega, tarde, a una cena la observamos subir las escaleras con su espectacular vestido rojo. Es un rasgo más que la hace destacar sobre el resto.

El guión corrió a cargo del director y de Jay Cocks, quienes siguieron al pie de la letra el libro de Warthon, sin cambiar prácticamente nada de la trama.
La dirección artística es maravillosa, cuidando hasta el más mínimo detalle tanto en escenarios como en vestuario. Elmer Bernstein compuso una maravillosa partitura que ayuda a que la historia tenga más dramatismo, y elegancia. Thelma Schoonmaker dota al film de un ritmo adecuado y utiliza tanto encadenados como fundidos a negro para narrar la historia de forma algo literaria, pues el encadenado sería como un punto y aparte y el fundido a negro como un cambio de capitulo.

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Para dar vida a los personajes se escogió a un elenco de actores de primera fila en lo que a nivel interpretativo se refiere. Daniel Day-Lewis demuestra su versatilidad al dar vida a Archer, el joven abogado torturado por no conseguir el amor de Olenska y vivir amarrado a May y a la sociedad. El actor muestra su cara más elegante, alejada del aventurero “El último mohicano”, a la vez que deja bien claro su talento interpretativo, el cual se iría acrecentando con el paso de los años. Michelle Pfeiffer es la Condesa Olenska, a la cual la actriz sabe dotar de elegancia, belleza, fuerza, alegría, tristeza, y todo lo habido y por haber, cuando sale en escena ensombrece todo lo que tiene delante. Fue una vergüenza que no nominaran a Pfeiffer por este papel, a Day-Lewis al menos lo nominaron por “En el nombre del padre”. Winona Ryder se encontraba en su momento cumbre, tras rodar con Coppola se puso a las ordenes de Scorsese para dar vida a May, la joven ingenua en apariencia. Ryder está muy bien, y hay que saber reconocerle el aguantar de forma mas que decente a los monstruos interpretativos que la rodean. Geraldine Chaplin es la madre de May y tía de Olenska, la Señora Welland. Con unas pocas intervenciones en pantalla Chaplin se nos queda grabada en la retina. Miriam Margolyes es la Señora Mingott, la cual anda siempre rodeada de sus perritos y aconseja sobre qué se ha de hacer a quienes buscan consejo en ella. Jonathan Pryce da vida brevemente a Rivière, el secretario del Conde Olenski. Michael Gough es el anciano Henry van der Luyden. Richard E. Grant es Lefferts, el cual se divierte creando chismes sobre el resto de personajes de la alta sociedad. Joanne Woodward prestó su voz para narrar la película y Scorsese hace un cameo de los suyos como fotógrafo, con guiño incluido hacia su persona, pues se sitúa tras una cámara y le indica a Ryder cómo ponerse.

La película obtuvo cinco nominaciones a los Oscars, como son Actriz Secundaria (Ryder), Dirección Artística, Banda Sonora, Guión Adaptado y Vestuario, ganando este último. Como la gran mayoría de títulos de Scorsese resulto un fracaso en taquilla aunque en Europa funcionó mejor.
“La Edad de la Inocencia” es un film fascinante del que no se pueden sacar todas sus virtudes de una vez, sino que hay que volver a visionarlo para paladearlo mejor y descubrir que la apariencia no es sincera.

Lo Mejor: El sello Scorsese. Los Actores.

Lo Peor: Alguna escena contemplativa.

12 comentarios en “La Edad de la Inocencia (The Age of Innocence), de Martin Scorsese

  1. Me pasó una cosa curiosa con este filme. Fui a verla doblada y la voz de Nuria Espert como narradora me sacó del filme hasta desesperarme, de manera que salí cabreadísimo…
    tiempo más tarde me la regalaron en video en Versión Original con subtítulos y me hicieron prometer que la vería, así que cumplí y la vi y madre mía es una obra maestra!!!!
    Grandísimo filme…no me molestó ni una simple escena contemplativa!!

  2. La verdad es que esta pelicula es para verla al menos dos veces. La primera puede chocar porque, como dice mi amigo Alejandro, nos quedamos algo perplejos al escuchar tantas veces cómo repiten lo de la cuberteria. Pero tras revisionarla después vamos descubriendo distintas capas que hacen de ella uno de los mejores trabajos de Scorsese.

    Saludos.

  3. No la recuerdo mucho esta peli, ni siquiera recuerdo si la acabe de ver jeje. Haber si la veo pronto y comento algo.

    Comentario extenso y exhaustivo como de costumbre amigo jeje. Aunque sea un film de época , como bien dices, no tiene porque deja de tener el sello Scorsese en cada uno de sus planos.

    Un saludo

  4. No me importó mucho que fuera un género distinto al que suele tocar Scorsese, pero la verdad es que la cinta me dejó bastante frío y creo que aquí la voz en off sobraba, o almenos a mí se me hizo muy pesada.

    En cuanto al doblaje… pésimo. No ya sólo la citada voz en off, que es peor que la de un contestador automático, sino las de los propios actores/actrices. Gracias a Dios la ví en dvd, y al descubrir tamaño desastre, la pude poner en v.o.s.

    La verdad es que no conseguí ser participe de la historia que me estaban contando. Me quedé como un mero espectador y todo cuanto ocurría ante mí, se me hacía demasiado sofisticado y superficial, sin que las emociones traspasaran, en ningún momento, la pantalla.

    No puedo decir que fuese mala, pero me causó una profunda indiferencia.

    Saludos 😉

  5. hola mi comentario, es que este film es para mi una esperanza de volver a encontrarme con mi gran amor se queyo tambien soy y sere para el pera no sepuededisfrasar el amor de pecado, ni anteponer la infelicidad de otras personas para saastener la nuestras
    maravillosa

  6. Hermosa crítica, muy precisa e instructiva.
    Esta es una de mis películas favoritas de todos los tiempos. Ahora estoy leyendo la novela en la que está basada y descubro que es además una adaptación tan exacta que parece imposible. Realmente esto hace que admire a Scorsese aún más, pues soy amante de los libros y del cine y las adaptaciones son siempre terreno peligroso y muy a menudo resultan decepcionantes.
    En este sentido cobra significación el relato en off, Y cada uno de los detalles de vestuario, ambientación, cuadros y hasta comidas está descripto en el libro con el mismo esmero, evidentemente para resaltar la importancia de las formas en esa sociedad superficial e hipócrita. Sumamente recomendable.

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