Las Dos Caras de la Verdad (Primal Fear), de Gregory Hoblit

Un prestigioso abogado de Chicago decide defender al presunto asesino del Arzobispo de la ciudad.

El género negro, ya sea de terror y suspense o detectivesco, siempre ha tenido parte de su atractivo en ofrecer un final sorprendente e inesperado (que se lo digan a la maestra Agatha Christie). Muchas películas deben su fama a ese “twist” narrativo que deja boquiabierto y pensando en lo que se acaba de ver durante días, semanas o incluso años. Hitchcock o Billy Wilder supieron llevarlo a cabo de manera magistral mediante dos adaptaciones literarias (“Psicosis”; “Testigo de Cargo”) y tras ellos otros hicieron suyo dicho giro sorpresa como rasgo significativo de sus obras (Shyamalan o Nolan son los dos máximos exponentes actuales del cine mainstream). Durante los 90 muchos títulos utilizaron el giro final de manera sublime, engrandeciendo el relato (“El Silencio de los Corderos”; “Seven”; “Sospechosos Habituales”). Entre ellas destaca de manera menos acertada, pero no por ello inestimable, la cinta de abogados protagonizada por Richard Gere.

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El Fuego de la Venganza (Man on Fire), de Tony Scott

“El Arte de Creasy es la Muerte y está a punto de pintar su Obra Maestra”

La primera vez que Tony Scott se cruzó con la posibilidad de adaptar la novela de A.J . Quinell fue a mediados de los 80. Acababa de estrenar su debut “El Ansía” y le llamó la atención el proyecto, pero el fracaso económico de la cinta protagonizada por Catherine Deneuve, Bowie y Susan Sarandon impidió que fuese elegido para llevarla a cabo. En su lugar se escogió a Elie Chouraqui que acabó adaptándola con Scott Glenn en la piel de Creasy (en España se conoció a la cinta como “Bala Pérdida”) sin lograr destacar más allá de consumirse en videoclubs. Según cuenta una leyenda, el guionista Brian Helgeland entró en uno de estos templos de cinéfilos de finales de los 80 y principios de los 90 y el film estaba puesto en la televisión. El dependiente le dijo que era una buena película y se la descubrió al guionista en ciernes, que escribió un tratamiento sobre la misma. El dependiente no era otro que Quentin Tarantino, y no sería descabellado pensar que ya tenía escondidos bajo el mostrados los guiones por los que se dio a conocer en Hollywood, siendo uno de ellos dirigido por Scott (“Amor a Quemarropa”).
Entrados ya en los 2000 el proyectos de readaptar la novela de Quinell se puso en marcha poniéndose la Fox en contacto con diferentes nombres de la industria para realizarlo. Michael Bay fue barajado como director, mientras que Robert De Niro y Marlon Brando fueron tentados para ser Creasy y Rayburn respectivamente. Finalmente entró Scott en juego para cumplir su deseo de adaptar la novela casi veinte años después. La primera decisión que tomó fue la de ubicar la acción en México en lugar de Italia debido al aumento de casos de secuestro en el país situado al otro lado de la frontera. Contactó con Russell Crowe para protagonizarla pero rehusó alegando que ya había dado vida a un rol similar en “Prueba de Vida”. En una visita rutinaria al médico, el director se reencontró con Denzel Washington, a quien no veía desde que rodaron “Marea Roja” (“Crimson Tide”), y le habló del proyecto llamándole la atención en un momento en que se sentía algo desencantado con la interpretación. Con el protagonista de “Training Day” a bordo, el reparto se completó con Christopher Walken, Mickey Rourke, Radha Mitchell, Giancarlo Giannini, Raquel Ticotín, Marc Anthony y la, por entonces, emergente Dakota Fanning que había dejado asombrados a todos en “Yo Soy Sam”. El rodaje se desarrolló en Ciudad de México y no estuvo exenta de riesgos en forma de amenazas de secuestros contra miembros del equipo. Washington mantuvo un perfil bajo, siempre acompañado por guardaespaldas, de la misma manera que Mitchell. Aún así, la producción se completó con ayuda de la ciudad, a quien le agradecen antes de los créditos finales la calidez con que los trataron.

John Creasy es un antiguo miembro de las Fuerzas Especiales que es contratado como guardaespaldas de la hija de un familia bien situada en Mexico D.F. Cuando se comete el secuestro y presunto asesinato de la pequeña, Creasy jura impartir justicia sobre los responsables.

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Guardianes de la Galaxia Vol. 3 (Guardians of the Galaxy Vol. 3), de James Gunn

No están siendo buenos tiempos para MARVEL. Al menos para los que creemos que después de “Vengadores: Endgame” no han hecho más que ofrecer productos alimenticios que no sabían cómo cohesionarse hasta llegar a una meta común más allá de estar llenos de guiños y referencias nostálgicas para satisfacer al personal (“Spider-Man: No Way Home”, “Doctor Strange: El Multiverso de la Locura”). Los films encargados de presentar nuevos personajes han resultado insatisfactorios o faltos de garra, mientras que los que cerraban o ampliaban el círculo argumental de los ya conocidos se sentían insuficientes para el tamaño de sus protagonistas (“Viuda Negra”; “Thor: Love and Thunder”), a la vez que el desarrollo de la Fase ya conocida como “La Saga del Multiverso” se ha producido más en televisión («Loki») que en cine (el desastre que me supuso «Ant-Man: Quantumania»). En este panorama que parece presagiar un fin de ciclo con que explotará la burbuja superheroica en la que llevamos más de una década llega la tercera entrega del equipo B de la Casa de las Ideas. Y, de nuevo, con James Gunn a los mandos en la que es su despedida tanto de la franquicia como de MARVEL para comenzar su camino al frente de la Distiguida Competencia.

El equipo de Peter Quill, Drax, Rocket, Groot, Nebula y Mantis están establecidos en Sapiencial cuando una figura dorada irrumpe en su tranquilidad dejando malherido al mapache. Sin tiempo que perder, los Guardianes se ponen en marcha por salvarlo coantando con la inesperada ayuda de una vieja aliada.

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Oppenheimer, de Christopher Nolan

“Me he convertido en Muerte, el Destructor de Mundos.”

En 2020 el mundo recibió una de esas sacudidas que pasarán a los anales de la Historia. Se paralizó a raíz de un virus que parecía nacido de cualquier película de espías o ciencia-ficción. Dentro de ese panorama, el mundo del cine vivió una crisis que obligó a los estudios a replantearse sus estrategias de difusión, encontrando en las emergentes plataformas el campo donde lanzar varias de sus producciones y aplazando otros potentes estrenos. Sin embargo hubo uno que se aplazó lo mínimo posible por la insistencia de su creador. “Tenet” se auguraba como el gran estreno que haría un llamamiento para regresar a las salas a una sociedad que aún seguía sumida en restricciones sanitarias y geográficas. Fue una apuesta personal de Christopher Nolan por demostrar que era necesario (¿pero seguro?) volver a disfrutar de una película en pantalla grande en compañía de muchas personas. La apuesta la salió regular. Aunque logró una más que correcta recaudación a nivel mundial, bajo mi punto de vista demostró ser temerario (y un poco arrogante) al confiar en la tranquilidad con que la gente podía asistir a una sala de cine aglomerada. Además de esto, sus relaciones con la productora que había confiado ciegamente en él, Warner, se enfriaron hasta el punto de entrar en una cierta trifulca cuando criticó duramente su decisión de lanzar películas programadas para su estreno en cine a su servicio de streaming HBOMax (descrita por Nolan como el peor servicio streaming, ahí, mordiendo la mano de quien te da de comer). El cine ante todo es un negocio, y aunque entiendo que a un cineasta le moleste que maltraten su obra lanzándola para verla en pantallas que distan de la experiencia cinematográfica, también debe aceptar la realidad de los tiempos. ¿Debería haber retrasado el estreno de su thriller inversivo? No hubiese sido una mala decisión con lo que estaba cayendo, pero también entiendo su pensamiento de tratar de ofrecer esperanza regalando la posibilidad de volver a las salas con una película que, bajo mi punto de vista, no era para tanto bombo. Lo malo fue los rifirrafes con una empresa que, por mal que estuviese (la junta directiva estaba cambiando, al igual que su modelo de negocio), siempre había confiado en él y le había dado todo lo que pedía (estreno pandémico inclusive). Y en esas que se planteó el marcharse con su próximo proyecto a otro hogar, uno que le concediese todas sus demandas a nivel de producción y distribución, acabando en Universal, quien le prometió 100 días de exhibición en salas antes de poder lanzarla en servicios Streaming. ¿El proyecto? Pues precisamente nació durante la realización de “Tenet”, en la cual se cita al que sería el protagonista, J. Robert Oppenheimer. Y todo gracias a un libro que le regaló Robert Pattinson, donde se recogían declaraciones del padre de la Bomba Atómica. Así, basándose además en la biografía “Prometeo Americano” escrita por Kai Bird y Martin Sherwin, el director se adentra por primera vez en el terreno del biopic sin renunciar a sus señas características, ofreciendo un relato descorazonador y muy acorde a los tiempos que corren.

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Misión: Imposible – Sentencia Mortal, Parte 1 (Mission: Impossible – Dead Reckoning, Part 1), de Christopher McQuarrie

A parte de sonrojantes excepciones no se puede negar el buen ojo comercial que ha tenido Tom Cruise para elegir los proyectos en que se involucra. A finales de los 90 y principios de los 2000 su nombre valía su peso en oro llegando a alternar títulos de gran calado comercial (“Missión: Impossible 2”) sin perder la oportunidad de seguir trabajando con los mejores. Y es que Cruise, guste más o menos, ha sabido rodearse de varios de los mejores directores de la época. Coppola, Scorsese, Kubrick, Spielberg, Brian De Palma, Tony Scott, Ridley Scott, Michael Mann, Oliver Stone, Paul Thomas Anderson, Sidney Pollack o Robert Redford lo tuvieron bajo sus órdenes (algunos de ellos en más de una ocasión). También ha sabido ponerse a las órdenes de directores que estaban despuntando o dando que hablar dentro del Hollywood post-2000 como Doug Liman, Bryan Singer, James Mangold, J.J. Abrams y Christopher McQuarrie, convirtiéndose éste último en su más estrecho colaborador desde que sus caminos se cruzaran mediante el guion de “Valkiria” y acabase dirigiéndolo en “Jack Reacher”. McQuarrie tomó los mandos de la Saga protagonizada por el Agente Ethan Hunt en su quinta entrega, “Rogue Nation”, ofreciendo un potente vehículo de acción al servicio de Cruise e introduciendo, además, al mejor personaje femenino de la franquicia, la espía Ilsa Faust interpretada por Rebecca Ferguson. El director y guionista se convertiría en el único dentro de la serie en repetir con “Fallout”, que superaba a la anterior en cuanto a épica, logrando la que fue considerada como la mejor cinta de acción de 2018 y una de las mejores de la franquicia. Así, llegamos a la actual entrega, la séptima, cuya “Parte I” rodada en tiempos del COVID (en el rodaje tuvo lugar el famoso enfado de Cruise con un miembro del equipo técnico debido a las estrictas medidas de seguridad sanitaria que se debían cumplir) ya presagia la existencia de una segunda mitad (cuyo rodaje ha sido paralizado por la huelga de guionistas y actores que amenaza con que no llegue a estrenarse el próximo año). La pandemia alteró la fecha de estreno de la presente entrega, pasando de 2021 a 2022 para acabar en 2023 y alternarla así con el otro gran estreno de Cruise, “Top Gun: Maverick”, que acabó convirtiéndose en todo un fenómeno de masas coronándolo para gran parte de la industria como el salvador del cine. En un 2023 donde la mayoría de estrenos multitudinarios están fracasando regresa Cruise para volver a demostrar que sigue siendo el Rey.

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Indiana Jones y el Dial del Destino (Indiana Jones and the Dial of Destiny), de James Mangold

Con la adquisición en 2012 por parte de Disney de la empresa de George Lucas, Lucasfilm, no tardaron en anunciarse proyectos que resucitaran antiguas franquicias que lograsen tanto atraer a un nuevo público como contentar al espectador de siempre. Así, se dio luz verde a la Trilogía de Star Wars y a la explotación de series bajo su marca, con “The Mandalorian” como principal buque insignia. También el personaje de Willow sufrió una revisitación mediante una serie que no convenció a muchos y que la compañía, en una sorprendente decisión, decidió eliminar del catalogo de Disney + pocos meses después de su estreno (no llegué a verla). Entre los tesoros de la compañía también estaba el aventurero más famoso del Séptimo Arte, Indiana Jones. El retorno del arqueólogo interpretado por Harrison Ford era algo de lo que ya se habló poco después del estreno de su cuarta entrega, pero la mala recepción de la misma hizo que se cancelase. La Disney reactivó el retorno del héroe encontrándose con un pequeño escollo, y eran los derechos que poseían sobre la explotación del personaje la Paramount. Claro que no hay nada que un acuerdo millonario no resuelva y, tras varias reuniones, consiguieron hacerse con ellas. Parecía que, con la salvedad de Lucas, volverían tanto Ford (lógico) como Spielberg (que ideó junto a David Koepp y Lawrence Kasdan algunas ideas que se han reutilizado en el producto final). Sin embargo poco antes de que la COVID-19 sacudiese el mundo, un anuncio hizo tambalear el corazón de miles de aficionados al personaje. En Febrero de 2020 Steven Spielberg se bajaba del barco dejando huérfano a quien ha sido su personaje fetiche. Se mantendría, eso si, como productor ejecutivo junto a Lucas como algo testimonial y para apaciguar las aguas, cediendo el testigo a un nuevo director. El elegido sería James Mangold, quien satisfacía a todo el mundo al haber realizado a lo largo de su carrera títulos como “Copland”, “En la Cuerda Floja”, “Le Mans 66” y, sobre todo, “Logan”, con la que supo realizar un film de superhéroes de tono crepuscular adulto. La nueva aventura de Indy debía haberse estrenado a finales de 2021, pero los continuos retrasos provocados por la pandemia la hicieron retrasarse hasta verano de 2023 con una premiere especial en Cannes.

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Asalto al Poder (White House Down), de Roland Emmerich

Un grupo de mercenarios toma la Casa Blanca con el Presidente dentro de ella. Con lo que no cuentan es con la presencia de John Cale, policía del Capitolio que se encuentra en el edificio junto a su hija, a la que ha acompañado a un tour por el edificio. Cale protegerá al Presidente y tratará de detener a los asaltantes para salvar a su pequeña.

Es muy habitual que en un mismo año se estrenen dos (o más) productos que giren sobre un mismo tema. Lo lógico es que la primera que se estrené sea la ganadora (caso de “Un Pueblo llamado Dante´s Peak”), aunque también puede suceder que sea la segunda en llegar a las pantallas la que se llevé el gato (económico) al agua (“Armageddon” frente a “Deep Impact”). En 2013 la emblemática residencia del Presidente de los Estados Unidos sufrió severos ataques en productos cinematográficos (casi) idénticos. Primero apareció “Objetivo: La Casa Blanca” (“Olympus has Fallen”) dirigida con mano firme en sus secuencias de acción por el artesano Antoine Fuqua y protagonizada por el espartano Gerard Butler. La cinta, una producción de perfil medio amparada bajo el sello Millenium, logró convertirse en todo un éxito inesperado que propició dos entregas más (y se habla de seguir explotando el invento). Dicho éxito perjudicó sobremanera a la segunda cinta que relataba una historia similar (por no decir idéntica) y que venía dirigida por el amante de las catástrofes pirotécnicas Roland Emmerich.

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Air Force One, de Wolfgang Petersen

“Fuera de mi Avión”.

Tras una cena conmemorativa en Moscú junto con el Presidente Ruso para celebrar la detención y final del régimen totalitario del General Radek en Kazajistán, el Presidente de los Estados Unidos junto a su familia serán asaltados y tomados como rehenes dentro del Air Force One por unos mercenarios rusos fieles al General.

La Casa Blanca debería ser considerado cómo un género en sí mismo cuando se habla del cine de Hollywood en los 90. La llegada de Bill Clinton al poder parece que provocó las simpatía de la Industria, quien no dudó en crear tramas de diversa índole que tuviesen a su Jefe de Estado como protagonista. Ya fuese en historias de amor (“El Presidente y Miss Wade”) como en series de prestigio (“El Ala Oesta de la Casa Blanca”) se mostraba al dignatario con un toque idealista y agradable. No faltaron también propuestas que salieron en su defensa mostrándolo como un ser humano capaz de cometer errores en pleno escándalo Lewinski (“Primary Colors”), algo que hoy hubiese sido impensable con tanto barniz de corrección política. Pero no todas las películas ponían al inquilino de la Casa Blanca como entrañable hombre de familia, el bueno de Clint Eastwood creó un thriller encomiable con el Presi como asesino de su amante dentro del recinto. Ese mismo año, 1997, Hollywood también se atrevió a poner al líder del mundo libre como héroe de acción en una cinta que seguía las pautas de la época.

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Robin Hood: Príncipe de los Ladrones (Robin Hood: Prince of Thieves), de Kevin Reynolds

Tras luchar en las Cruzadas junto a Ricardo Corazón de León y liberarse de una prisión de Jerusalem, el noble Robin de Locksley regresa a Inglaterra en compañía de Azeem, a quien también ha liberado. A su regreso descubre un país alejado del que se marchó, con la tiranía del Sheriff de Nottingham rigiendo sobre un pueblo que sufre sus restrictivas leyes y abusivos impuestos. Robin decide alzarse contra Nottingham clamando venganza por la muerte de su padre y el robo de sus tierras.

El mito de Robin Hood comenzó a hacerse popular alrededor del S. XIV, con el relato “Pedro el Labrador”. Como ocurre en muchas ocasiones, la alusión dentro de ese cuento a la figura del justiciero encapuchado, gran arquero y espadachín hicieron que poco a poco se fuesen creando más canciones e historias sobre su figura, logrando convertirlo en alguien que representaba la lucha contra el poder y la tiranía de la clase alta en defensa del pueblo llano. Así, con el paso de los siglos, Robin Hood se acabó convirtiendo en el héroe del pueblo, aquel que roba a los ricos para darlo a los pobres, el que busca la justicia en un mundo injusto. El cine se ha acercado a su figura en incontables ocasiones (se rumorea que hay alrededor de 50 adaptaciones cinematográficas), siendo la dirigida por Michael Curtiz y protagonizada por Errol Flynn y Olivia de Havilland la más icónica y magistral. A principios de los 90, más concretamente en el 91, el arquero de Sherwood asaltó los cines de todo el mundo por partida doble. De la misma manera que sucedería al año siguiente con Colón y el Descubrimiento, se dieron a luz dos producciones que abordaban al mismo personaje pero de manera distinta. Claro que ya de entrada, estaba claro cuál iba a ser la triunfadora. Y es que “Robin Hood: Príncipe de los Ladrones”, además de contar con un mayor presupuesto, tenía como cabeza de cartel a Kevin Costner, recientemente galardonado con los Oscars por “Bailando con Lobos”. La otra producción, “Robin Hood” (subtitulada en España con El Magnífico) pasó sin pena ni gloria al transmitir cierto regusto de Serie B.

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Hans Zimmer Live (Madrid 2023)

Siempre que se habla de la Banda Sonora de nuestra vida se hace alusión a todas esas canciones y discos que nos han acompañado desde nuestro nacimiento. Al igual que el cine, la música tiene el poder de transportarnos a épocas pasadas recordándonos momentos vitales de nuestra existencia. En mi caso, la música que siempre ha invadido los equipos de música, walkman, ipods, etc… ha sido primordialmente música de cine. Volver a escuchar la banda sonora orquestal de una cinta era revivir mentalmente la película. Y desde temprano, aunque sin saberlo, ya tuve compositores fundamentales que lograron engatusarme con sus trabajos.
Si bien es John Williams el compositor que me enamoraría desde temprana edad, y que Danny Elfman me enganchó gracias a “Batman” y “Eduardo Manostijeras” , sería Hans Zimmer quien, inconscientemente, acabaría ganándose un lugar especial entre mis autores musicales. Y es que ya desde niño me encantaba tararear el tema de “Rain Man” o escuchar el suite de “Black Rain”. Claro que, como a todos los de mi generación, donde me encandiló fue en “El Rey León” aunque su labor quedase en segundo termino debido a la popularidad de las canciones de Elton John y Tim Rice. Pero no hay que olvidar que fue él, junto con Mark Mancina y Lebo M, quien obró el milagro de dotar de alma a la que se convertiría en la cinta de animación tradicional más exitosa de la historia. Su nombre despuntaría tras lograr ese primer Oscar por la cinta de Disney, para después ofrecer obras de acción de los 90 tan memorables como “Marea Roja”, “El Pacificador” o “Broken Arrow” . De esta hornada, la obra que reventé hasta casi también reventarme los oídos fue “La Roca” (ésta en colaboración con Nick Glennie-Smith y Harry Gregson-Williams). La de vueltas que dí para hacerme con ella de importación. Y todo esto sin tener todavía su nombre en la memoria. Escuchaba sus bandas sonoras y no sabía quién era (por entonces no me detenía a ver los créditos). Fue a raíz de la película de Michael Bay cuando ya empecé a preocuparme más por conocer otros trabajos del teutón, descubriendo entonces que muchos de ellos ya los había escuchado y estaban en mi top. Lógicamente a raíz de “Gladiator” su nombre adquiriría una mayor popularidad, que fue consolidándose aún más entre los millenials cuando comenzó a colaborar con Christopher Nolan a raíz de la Trilogía de “El Caballero Oscuro”.
Es cierto que su fuerte influencia en Hollywood parece haber reducido la calidad musical en los productos cinematográficos, resultando muchas obras fotocopias de otras, pero en lo que respecta a su persona es el creador musical más cercano a cineasta que existe en la actualidad, capaz de transmitir con sus sonidos el alma de la cinta (su maravillosa “Interstellar” comenzó a idearla a raíz de una frase que le escribió Nolan).
Hace unos años, Zimmer dio un par de conciertos tras preguntarle a su amigo Johnny Marr qué tal le había ido su última gira, recibiendo por parte del guitarrista la respuesta de que se atreviese él a hacer una. En estas, el pasado año se fue de gira por Europa en compañía de muchos de sus colaboradores habituales. La sorpresa fue que, al terminar, anunció nuevas fechas para 2023 entre las que incluían las ciudades españolas de Bilbao y Madrid. Ni me lo pensé y saqué las entradas para verlo en directo. Para ello elegí como acompañante a quien inyectó en mí la pasión tanto por el cine como por las Bandas Sonoras. Mi padre.


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