“Me he convertido en Muerte, el Destructor de Mundos.”
En 2020 el mundo recibió una de esas sacudidas que pasarán a los anales de la Historia. Se paralizó a raíz de un virus que parecía nacido de cualquier película de espías o ciencia-ficción. Dentro de ese panorama, el mundo del cine vivió una crisis que obligó a los estudios a replantearse sus estrategias de difusión, encontrando en las emergentes plataformas el campo donde lanzar varias de sus producciones y aplazando otros potentes estrenos. Sin embargo hubo uno que se aplazó lo mínimo posible por la insistencia de su creador. “Tenet” se auguraba como el gran estreno que haría un llamamiento para regresar a las salas a una sociedad que aún seguía sumida en restricciones sanitarias y geográficas. Fue una apuesta personal de Christopher Nolan por demostrar que era necesario (¿pero seguro?) volver a disfrutar de una película en pantalla grande en compañía de muchas personas. La apuesta la salió regular. Aunque logró una más que correcta recaudación a nivel mundial, bajo mi punto de vista demostró ser temerario (y un poco arrogante) al confiar en la tranquilidad con que la gente podía asistir a una sala de cine aglomerada. Además de esto, sus relaciones con la productora que había confiado ciegamente en él, Warner, se enfriaron hasta el punto de entrar en una cierta trifulca cuando criticó duramente su decisión de lanzar películas programadas para su estreno en cine a su servicio de streaming HBOMax (descrita por Nolan como el peor servicio streaming, ahí, mordiendo la mano de quien te da de comer). El cine ante todo es un negocio, y aunque entiendo que a un cineasta le moleste que maltraten su obra lanzándola para verla en pantallas que distan de la experiencia cinematográfica, también debe aceptar la realidad de los tiempos. ¿Debería haber retrasado el estreno de su thriller inversivo? No hubiese sido una mala decisión con lo que estaba cayendo, pero también entiendo su pensamiento de tratar de ofrecer esperanza regalando la posibilidad de volver a las salas con una película que, bajo mi punto de vista, no era para tanto bombo. Lo malo fue los rifirrafes con una empresa que, por mal que estuviese (la junta directiva estaba cambiando, al igual que su modelo de negocio), siempre había confiado en él y le había dado todo lo que pedía (estreno pandémico inclusive). Y en esas que se planteó el marcharse con su próximo proyecto a otro hogar, uno que le concediese todas sus demandas a nivel de producción y distribución, acabando en Universal, quien le prometió 100 días de exhibición en salas antes de poder lanzarla en servicios Streaming. ¿El proyecto? Pues precisamente nació durante la realización de “Tenet”, en la cual se cita al que sería el protagonista, J. Robert Oppenheimer. Y todo gracias a un libro que le regaló Robert Pattinson, donde se recogían declaraciones del padre de la Bomba Atómica. Así, basándose además en la biografía “Prometeo Americano” escrita por Kai Bird y Martin Sherwin, el director se adentra por primera vez en el terreno del biopic sin renunciar a sus señas características, ofreciendo un relato descorazonador y muy acorde a los tiempos que corren.