La autobiografía es un genero llevado a cabo por muchos artistas que, sintiéndose en el ocaso de su trayectoria artística o por mero capricho egocentrico, sienten que debe extirpar algo que llevan dentro y les tortura decidiendo compartirlo con el público como si de un ejercicio psicológico se tratase. El echar la vista atrás y narrar acontecimientos de juventud aportando partes de la vida propia ya llevó a cineastas de renombre como Truffaut, Fellini o Kurosawa ha realizar muchos de sus trabajos y en los últimos años dicha moda parece haber vuelto a despuntar. Ahí tenemos por ejemplo “Roma” de Alfonso Cuarón, “Dolor y Gloria” de Almodóvar, “Fue la Mano de Dios” de Sorrentino o “Belfast” de Kenneth Branagh. A estos se ha unido Steven Spielberg con una de sus películas más modestas sin renunciar a lo que siempre le ha caracterizado, la magia.
Sammy es un joven que se ha criado en el seno de una familia judía que ha sufrido diversas mudanzas debido al trabajo del padre durante la segunda mitas del S. XX. La pasión del joven es rodar películas caseras mediante las cuales descubrirá la vida desde otra perspectiva.